martes, 12 de febrero de 2013

Ciudadana invisible: 101 Amarillos


La mala imagen del gremio de los taxistas bogotanos que podía tener una ciudadana como yo estaba alimentada tanto por las noticias que aparecen cada rato en los medios de comunicación sobre paseos millonarios y abusos contra los clientes, como por lo que habla a diario la gente del común que le sucedió a algún conocido y que no se sabe si realmente pasó, o si es en parte real y en parte una especie de leyenda urbana oscura a la que se le han seguido añadiendo pasajes más retorcidos al pasar de boca en boca y de oído en oído.

Por una decisión muy personal y a pesar de toda esa imagen negativa desde julio de 2012 me convertí en usuaria habitual de los taxis de lunes a viernes para ir al trabajo. Así que acudiendo a los fríos pero exactos números haré una evaluación de mi experiencia como pasajera de los taxis bogotanos.

Entre el 10 de julio y el 7 de diciembre de 2012 tomé taxi 101 veces, incluyendo uno cuyo conductor me hizo bajar de su "amarillo" más rápido de lo que me subí porque se negó a llevarme "por allá tan lejos" y otro que me dejó botada en la mitad del camino "porque tenía una cita en media hora  y no alcanzaba a llevarme", pero que en realidad le sacó el cuerpo a un trancón monumental en la Avenida Boyacá un viernes al mediodía.

De los 99 taxistas que me llevaron al trabajo solo uno era mujer, solo una vez  me sentí tumbada: $25.000 por una carrera por la que pago en promedio $13.000 (de buenas el que me los quitó porque estaba de afán y porque soy lo suficientemente cobarde para ponerme a armar peleas), solo uno me echó los perros, en un hecho que resultó absolutamente novedoso y extraño para mí, tan acostumbrada a la invisibilidad, aproximadamente 1 taxista de cada 5 intentaba hacerme la conversación, los demás eran silenciosos, y así los prefiero. Calculo que unos 4 de cada 5 acostumbran a llevar el radio encendido, y que las emisoras que más escuchan son Caracol Radio básica, Candela y Olímpica. De los 99 solo 2 me resultaron malgeniados y groseros con los conductores de otros vehículos, menos mal conmigo no.

Es decir que de 101 taxistas, solo un 1.98% no quiso prestarme el servicio, los otros 99 son el 98.02% que aceptaron llevarme hasta donde yo necesitaba sin cuestionar si era lejos o si les convenía ir por esa ruta o no. De esos 99 un 1.01%  ha sido mujer, solo el 1.01% actuó en forma deshonesta, solo al 1.01% le gustan las mujeres con pinta de nerd, aproximadamente al 20% les gusta entablar charla con los clientes (otra cosa es que a la cliente lo de conversar no se le dé muy bien que digamos), el 80% son fanáticos de la radio y por fortuna solo un 2.02% tienen un estado natural amargado o no tienen muy buenos modales.

En conclusión, mis cifras muy personales y tal vez no muy representativas, teniendo en cuenta que si en Bogotá hay aproximadamente 53.000 taxis, estos 101 solo son el 0.19%, reflejan un gremio dominado aún por los hombres, y en su mayoría honesto, amable y respetuoso con el cliente. Algunos pensarán que mis cifras son muy positivas con todo lo que se oye decir de los taxistas a diario, así que me considero afortunada y espero seguir siéndolo. Desde lo más profundo de mis convicciones religiosas creo que mucho tiene que ver el hecho de que cada día al salir de mi casa le pido a mi Ángel de la guarda que por favor me envíe un taxista decente...espero que nunca se me olvide hacerlo.

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