sábado, 24 de diciembre de 2011

Dos canciones de diciembre que detesto


Me gustan las canciones de esta época. Además de los villancicos, aunque no entienda nada (¿Qué será tutaina tuturumá?), me gustan las tradicionales colombianas de Navidad y Año Nuevo, las de Buitrago o aquellos sones paisas como ese que dice "arbolito de navidad que siempre floreces los 24, no le vayas a dar juguete a mi cariñito que es un ingrato" o ese otro que habla de unos "novios que por chupar piña ni oyen ni ven" (hummmm). Pero hay dos canciones que no soporto. Me parecen tan deprimentes, como para intentar suicidarme oyéndolas una y otra vez mientras me como 10 cajas de las tradicionales galletas Caravana y me tomo la misma cantidad de botellas de Sabajón Apolo o de vino Cariñoso. Y lo que me parece peor de todo es que son consideradas imprescindibles en las reuniones familiares, "clásicos" de cada diciembre. 

La primera es la triste "Mamá ¿Dónde están los juguetes?", que cuenta la historia de un niño desdichado al que el niño Dios no le trajo ni un carro de cartón simplemente porque la mamá no tenía plata para comprarle nada. Lo que más me choca de esta canción es la actitud de la mamá, que en vez de reconocer su responsabilidad en el asunto, le echa la culpa al pobre respondiéndole "será que tu hiciste algo malo y el niñito lo supo, por eso no los trajo", háganme el favor, crearle semejante complejo de culpa al hijo nada más por no reconocer que no fue capaz de ahorrar nada en 12 meses para darle aunque sea un regalo sencillo. La única lección que puedo hallar en esta canción es que hay gente que no nació para tener hijos. Me imagino al pobre niñito pensando atormentado todo el año ¿Qué sería lo que hice mal? o preguntando en tono de reclamo cada noche en sus oraciones: Dios mío ¿En qué te he fallado? ¡He sido bueno todos los días! 

La segunda es "Faltan cinco pa' las doce".  Aquí un tipo se sale corriendo de una fiesta en pleno 31 para tratar de llegar a tiempo a darle el Feliz Año a la mamá. Bien por él. No tengo nada que criticar de eso. Pero hay algo en esas campanas que suenan al inicio de la canción y en el coro "faltan cinco pa' las doce, el año va a terminar..." que me parece aterrador y me genera una angustia horrible que no sé como explicar. El hecho es que de pequeña las campanas me hacían taparme los oídos o correr a apagar el radio por el miedo que me producían.

Las dos canciones (ambas del venezolano Oswaldo Oropeza, un  músico, compositor y cantante de boleros fallecido en 1998) seguirán sonando año tras año por esta época en las emisoras, sobre todo en aquellas en las que "desde noviembre se escucha la música de diciembre", y yo no puedo hacer nada, excepto tratar de evitarlas. Supongo que a muchos les parecen las mejores canciones de Navidad y Año Nuevo, allá ellos. A mí nunca van a gustarme y cada vez que me toca oírlas, porque por ejemplo, voy en  una buseta y ni modo de decirle al conductor que apague el radio, y correr el riesgo de ganarme un saludito para mi mamá, o porque estoy en una casa ajena y el riesgo ahí es que queden hablando mal de uno todo el nuevo año: "¿Pero esta qué cree? ¿que puede venir a imponer su voluntad?", "¿Cómo es posible que no le gusten ese par de canciones tan hermosas?", "¿Dónde quedó el respeto por las tradiciones?", "Claro, ¡¡¡como solo le gustan los mechudos, marihuaneros rockeros esos!!!! ¡¡¡Qué Horror!!!"

1 comentario:

  1. jajaja es que son canciones muy melancólicas, así como por ejemplo esa de Marco Antonio Solis "Navidad sin ti" o la de Gabriel Romero "Maldita navidad" o de Darío Gómez "Esta navidad no es mía", en fin, siempre hay gente melancólica para esa época y se aferra a ese tipo de canciones, ya sabes, algunas personas en momentos de tristeza les gusta darse más duro escuchando canciones tristes, algo con lo que no estoy de acuerdo pero muchos enfrentan así sus penas.

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